La experiencia de los Deutsch-Französische Jahrbücher constituye sin dudas un momento clave en la trayectoria del joven Marx, pero también en la génesis de aquello que, por razones que muchas veces van en contra de la voluntad del hombre que le dio su nombre, nos hemos empecinado en llamar marxismo. Fruto inmediato del reagrupamiento de una tendencia de la izquierda hegeliana que venía siendo hostigada por la censura prusiana y empujada al exilio, el único número doble de los Deutsch-Französische Jahrbücher aparece en febrero de 1844. Marx lleva adelante la empresa en estrecha colaboración con Arnold Ruge, publicista que, ciertamente, fue el verdadero gestor del proyecto —a fin de cuentas, es él quien redacta el plan, convoca a los que serán los participantes y hace las gestiones con Julius Froebel y la editorial Literarisches Comptoir de Zürich para la edición de la tirada. El título de la publicación alude a una de las Tesis provisionales para la reforma de la filosofía, en la que Ludwig Feuerbach afirma que “el filósofo verdadero, el filósofo idéntico a la vida y al hombre, debe ser de estirpe galo-germánica” —es decir, debe conjugar la cabeza con el corazón, la teoría con la práctica, etc. Sin embargo, pese a la intención, Marx y Ruge no consiguen que ningún francés participe del proyecto. En consecuencia, el peso recae exclusivamente sobre las espaldas de los alemanes.