La nueva legislación sobre la producción y difusión audiovisual era y es, debate pendiente en nuestro país, en América latina y probablemente en la mayoría de los países del mundo donde las industrias culturales hacen del sentido y la información una mercancía, o un instrumento de lucha por la capacidad de estructurar verdades.
Pero en el camino por lograr esa legislación, las resistencias de los grupos dominantes en lo político y económico han sido particularmente perjudiciales, porque al movilizar todo su poder de fuego económico, semiótico y jurídico en contra de cualquier límite, terminaron imponiendo una discusión maniquea, que cerró toda posibilidad a otro tipo de consideraciones más sutiles, más y profundas.
Esto no significa negar la existencia de todo debate ya que basta una lectura ligera de las notas al pie de la ley para encontrar referencias a múltiples recomendaciones y aportes de distintos agentes sociales que participaron en su redacción. Peroposiblemente la discusión hubiera sido más extendida si los grandes medios y sus socios, no hubieran reducido el escenario a una mera oposición entre “libertad de prensa o mordaza”.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)