Todas las tecnologías, más allá de cuál sea la naturaleza de sus componentes y la complejidad de su funcionamiento, se encuentra inmersas en relaciones de poder, tanto en las etapas de diseño (que abarcan la mayor parte de los aspectos técnicos y funcionales), como en los procesos posteriores de fabricación, comercialización, difusión, aplicación y reutilización. Nos referimos aquí a las tecnologías (en plural) como aquellos usos y aplicaciones de conocimientos que especifican modos de hacer cosas de un modo reproducible (Castells, 2009: 12). Las tecnologías presentes y utilizadas en una sociedad en un momento dado, enraizadas en las relaciones sociales existentes (sean éstas de carácter económico, político, artístico, científico, doméstico o de cualquier otra clase) conforman de manera integral lo que puede denominarse como un orden técnico, en tanto correlato tecnológico del orden social.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)