La relatívidad especial surgió precisamente de un problema de electrodinámica clásica. Originariamente se llamó "Sobre la electrodinámica de los cuerpos en movimiento". La relación entre ambas teorías, a que aludimos en el título del presente trabajo, existe pues desde 1905. Pero no es esa relación, bien conocida, la que trata de estudiarse aquí.
Cuando Einstein redactó su trabajo, la electrodinámica en boga era la de Maxwell-Hertz-Lorentz, que acababa de dar cuenta de la naturaleza electromagnética de la luz, había permitido hallar las ondas radioeléctricas, y había interpretado el desdoblamiento de la línea D del sodio en un débil campo magnético. Fue con ésta electrodinámica con la que la relatividad estuvo desde el primer momento vinculada.
La conexión de que hablamos en las páginas que siguen es anterior. Se refiere a ideas que comenzaron con Ampare y fueron elaboradas luego por Gauss, Weber, Riemann, F. Neumenn, L. Lorenz, años antes de que apareciera el famoso Tratado de Maxwell. Esas ideas se reducen a la búsqueda de una ley entre cargas puntuales que generalice la ley de Coulomb, para el caso de cargas en movimiento.
Cuando el progreso experimental mostró, hacia fines del siglo pasado, que la corriente eléctrica estaba en efecto formada por cargas en movimiento, Lorentz incorporó este hecho a su teoría dándole la vestidura que Maxwell le había diseñado en una época en que se creía probado que la corriente era todo menos cargas en movimiento.
Tratamos de mostrar aquí que la existencia del electrón renueva el interés en esa vieja escuela de pensamiento iniciada por Ampère y Gauss, y que la cinemática relativista hace posible su actualización, obteniéndose todos los resultados de la electrodinámica ordinaria.