Analizar el pasado en el presente permite revelar la trascendencia y tendencias de un movimiento social que crece y se expande ante la polaridad de las relaciones económicas en crisis y los procesos deconstructivos-constructivos del Estado Social. Este proceso es importante analizarlo porque también es el contexto del movimiento cooperativo, porque históricamente conformaron organizaciones y movimientos solidarios en torno del bien común y que el presente adoptan patrones que cuestionan su constitución originaria. El cooperativismo es una construcción social, pero también ha contribuido a crear las condiciones sociales para la organicidad diversa y múltiple en su constitución en el espacio costarricense.
El cooperativismo es visto como una organización básicamente económica, a pesar que es un movimiento social y político de las colectividades que condicionan su quehacer económico. Ninguna economía es autónoma de las relaciones sociales, históricas y culturales de sus organizaciones y pueblos.
Las organizaciones democráticas, igualitarias y solidarias, han jugado un papel trascendente en la construcción de las democracias locales y nacionales. La organicidad social inspirada en una igualdad de clase o de intereses colectivos, que no es un resultado mecánico de la socialidad de las personas, ha permitido a las organizaciones y sociedades la creación de capacidades de convocatoria, negociadora, propositiva y de acción colectiva a las poblaciones, lo cual ha contribuido a la creación de las condiciones para el desarrollo democrático y la constitución plural de las sociedades civiles en el contexto nacional y latinoamericano. El movimiento orgánico y solidario trasciende lo económico, la competitividad y la rentabilidad de las organizaciones solidarias y cooperativas.