El discurso peronista respecto a la educación enfatizaba que la formación integral de los individuos debía ser física, moral e intelectual, y que dicho modo de impartir conocimientos tendría como su natural resultante un cuerpo sano y vigoroso. A expensas de esta manera de interpretar el fenómeno educativo, el papel de la Educación Física ocupó un lugar inusitado en la historia de nuestro país y pronto comenzó a ser practicada no solo dentro de las escuelas, sino también fuera de ellas.
Cabe aclarar, que el imaginario en torno a la Educación Física como parte relevante de la formación global que todo joven debía poseer era previo al período en el cual Juan Domingo Perón ocupó la primera magistratura de la República Argentina. En ese sentido creemos que resulta adecuado hablar de la existencia de un canon transhistórico, “compuesto por signos, afectos y símbolos que se manifiestan a través de retóricas visuales, orales y escritas de diferentes espacios y tiempos” (Carli, citado en Giovine, 2012). Pese a estas similitudes, la implementación de la Educación Física durante el llamado peronismo clásico, es decir entre 1946 y 1955, adoptó características definidas que le diferenciaron de otras experiencias anteriores. En efecto, la misma fue pensada por los funcionarios peronistas idóneos en la materia como una práctica cultural, y dividida en dos vertientes, por un lado el deporte organizado y, por el otro la acción asistencial.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)