Según Bowles y Gintis la mayoría de los alumnos aprende a mirar cuando se les dice y a refrenar sus fantasías durante la lección. Además esta destreza en el sometimiento a la autoridad educativa es doblemente importante porque se exigirá al alumno a que la ejerza en muchos ambientes fuera de la escuela. La transición del aula a la fábrica o a la oficina resulta fácil para quienes han desarrollado "buenos hábitos de trabajo" en sus primeros años.Pero los hábitos de obediencia y docilidad producidos en las clases poseen un valor muy estimable en otros ambientes. Por lo que a la estructura del poder se refiere, las aulas no son demasiado diferentes de fábricas u oficinas, esas omnipresentes organizaciones en donde transcurre gran parte de nuestra vida de adultos.
Así podría decirse de la escuela que es una preparación para la vida, pero en el sentido especial en que lo afirman los educadores. Puede que se abuse del poder en la escuela como en otros lugares, pero es un hecho vital al que debemos adaptarnos. El proceso de adaptación comienza durante los primeros años de nuestra vida, pero en la mayoría de nosotros se acelera significativamente el día que ingresamos en la escuela infantil (Bowles y Gintis, 1985).
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)