Cada terremoto, además de ser una catástrofe, constituye al mismo tiempo una oportunidad para revisar las condiciones que definen la vulnerabilidad de su población y son responsables de las pérdidas materiales individuales y colectivas asociadas. El mega terremoto y tsunami que asoló la zona central de Chile el 27 de febrero de 2010, el sexto de mayor magnitud registrado en el mundo, no constituye en ese sentido una excepción. A cinco años de iniciada la reconstrucción de la amplia zona afectada, es posible observar los principales avances y debilidades que aún subsisten en materia de reducción de la vulnerabilidad residencial en las zonas urbanas de las ciudades intermedias y pequeñas localidades costeras del país. Los aspectos científico-técnicos de las medidas de mitigación adoptadas, como asimismo los problemas detectados, se analizan además en su vinculación con el modelo económico imperante y la política habitacional vigente, de modo que permita concluir sobre las certezas e incertidumbres de la reducción de vulnerabilidad en las ciudades chilenas.