En Estados Unidos y los países centrales, la evaluación de la educación tomó un fuerte impulso como consecuencia de la crisis de los ´70, integrada a la implantación de políticas de Nueva Derecha (Morgenstern, 1990), y centrada en la transformación del Estado y la contención del gasto público. En esos países, esta etapa estuvo precedida por la conformación de un compacto cuerpo teórico-metodológico alrededor de la evaluación del logro de los sistemas educativos (SEs), desarrollado por organizaciones académicas y tecnopolíticas que, tempranamente, forjaron redes de cooperación e intercambio con organismos internacionales. Así concebida, la evaluación se ligó estrechamente al concepto –ambiguo y polisémico- de “la mejora de la calidad de la educación”.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)