Un comportamiento recurrente de los grupos de privilegio, siempre que los sectores populares irrumpen en la escena política, provocando desbordes y reacomodamientos del sistema institucional vigente y enfrentándose a él, es plantearse la necesidad de asegurar el mantenimiento de las condiciones de su dominación para que sucesos de esa naturaleza no vuelvan a repetirse. Como respuesta al menor indicio de una amenaza, sea real o potencial, en ambos casos se busca exaltar dicho peligro. Es de ese modo, que se crean las condiciones para el surgimiento de un partido del orden, que suele enarbolar las banderas de la propiedad, la familia, la religión y el control del espacio público, presentados como valores naturales del conjunto de la sociedad, que deben ser defendidas de la acción de supuestos elementos perturbadores ajenos a lo nacional.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)