Las memorias que la sociedad argentina ha construido respecto del golpe de estado del 24 de marzo de 1976 y de la dictadura que se inició ese día han delineado una fractura total e infranqueable con el tiempo inmediatamente anterior. En los últimos años, los estudios sobre la dictadura en sus diferentes aspectos –artístico, cultural, económico, político, etc.- han cobrado vigor y, desde nuevos posicionamientos, se ha comenzado a pensar en la posibilidad de hallar algunas continuidades entre los años anteriores y los años de la dictadura. Efectiva e indudablemente, la instalación de un régimen de facto significó una ruptura en las prácticas, los discursos y los sentidos sociales producidos. Sin embargo, una de las hipótesis sobre las que estoy trabajando sostiene que ese quiebre no ha podido darse sin fisuras. Y es sobre esas fisuras que me ha interesado indagar.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)