La oralidad fomentó la interacción social y la transmisión de conocimientos en forma de mensajes claros y sencillos; la escritura sentó las bases de lo que se convirtió en otro modo de almacenar la información, estableciendo una mayor importancia en el contenido de aquello que se quiere comunicar. En su trabajo de investigación titulado “La musa aprende a escribir: Reflexiones sobre la oralidad y escritura desde la Antigüedad hasta el presente” (1986), el filósofo Eric A. Havelock (1903-1988) expone el proceso de crisis que se produjo en la historia de la comunicación humana cuando el pueblo griego pasó de la cultura de la oralidad a la cultura escrita.