En 1943, Leo Kanner distinguió un síndrome compuesto de dos síntomas esenciales: la extrema soledad y la inmutabilidad. En este trabajo, nos interesa particularmente el primero de ellos. Desde el estudio de sus casos clínicos, lo designado como patognomónico era la inaptitud para establecer relaciones normales con las personas y reaccionar normalmente a situaciones desde el comienzo de la vida. Contemporáneamente, Hans Asperger describe un síndrome que se manifiesta tempranamente y que se caracteriza por un contacto perturbado pero superficialmente posible en niños inteligentes que no aceptan nada de los demás y cuya manifestación relevante se sitúa en una limitación de las relaciones sociales que permanece durante toda la vida del sujeto. Ambos sentaron las bases fenoménicas a partir de síntomas específicos entre los que se destacaban la actitud de retraimiento respecto de sus semejantes, una peculiar dificultad para tolerar los cambios del medio, una atracción excepcional por los objetos, trastornos persistentes del lenguaje y una aparición precoz de estos fenómenos.