El autor del escrito se desempeña en una unidad penal del Servicio Penitenciario Bonaerense y refiere que el presente es efecto de algunas reflexiones de dicho hacer. También es docente e investigador de esta casa de estudios, marco que le ha brindado oportunidades de estudio y discusión sobre varios tópicos que desplegará.
El eje del trabajo se despliega a la luz de un caso. La cuestión central que aborda es el modo en que el psicólogo se posiciona ante la escucha de los sujetos y ante los lugares que el sistema penal le otorga. Se trata de lugares que se despliegan en instituciones del ámbito público. Coyuntura que configura una trama compleja signada por diferentes cuestiones: la función que la institución pública debe cumplir (la mayoría de los actores sostienen concepciones de las más diversas), el lugar que se otorga a los psicólogos (y las demandas que hace recaer sobre él) y por último está aquello que el psicólogo –en el acotado espacio de autonomía- puede efectivamente realizar.
Se parte de la consideración que aquello que cada psicólogo logra configurar sobre el último aspecto será consecuencia no sólo de las características institucionales (y del sistema penal en general), sino de su posición en torno a su función definido por su ética y efecto de los enfoques teóricos que adopta.