Ser joven. Ir a la escuela secundaria y tener que decidir sobre el futuro. ¿La escuela secundaria para qué? Terminar el secundario, ¿importa? ¿Para qué sirve? Universidad, ¿sí o no?
El tránsito de la escuela secundaria a los estudios universitarios o superiores implica un momento de dudas e incertezas pero además de decisiones importantes para la vida de cualquier joven. Este momento es un momento de complejidad en términos de aquello que vendrá y no se sabe bien qué es, cómo es, qué le demandará.
La escuela secundaria pareciera ser el terreno conocido; aún con sus bemoles. La universidad, el desconocido. Aparecen así, representaciones de cómo será introducirse en un mundo con nuevos códigos; en el cual debe arreglárselas solo porque los estudios superiores implican autonomía estudiantil. Una autonomía con la que deben gestionar todo aquello que necesite para su vida académico-universitaria: desde lo vinculado con lo académico -bibliografía, trabajos prácticos, entre otros- hasta lo administrativo -certificados, inscripción a materias y a finales, horarios de cursada, entre otros-.
La pregunta es: ¿está ese joven preparado? O aún más desafiante: ¿prepara hoy la escuela para el acceso a un estudio superior? Y una más: ¿contiene esa escuela a esos jóvenes en ese momento de decisiones que atraviesa? Y aquellos que llegan… ¿son contenidos por la universidad?
Violeta Parra, en su canción “Volver a los 17” (1966), afirma que a esa edad se es “tan frágil como un segundo”. Entonces, ¿cómo contener esa fragilidad, en términos de la inclusión educativa con calidad?