En español
Un interrogante atraviesa el presente trabajo: ¿Cuál es el quehacer del analista en dispositivos institucionales? Interrogante este que se formula en función de la inserción y la práctica clínica de psicoanalistas en diversas instituciones no analíticas: hospital general, hospital de día, comunidad terapéutica, unidad carcelaria. Pero fundamentalmente esta pregunta se desprende de los escollos con los que, en ocasiones, se encuentran los practicantes del psicoanálisis.
En el marco institucional la coexistencia de diferentes discursos provoca, en algunos momentos, que el analista se encuentre desbrujulado, desorientado en su práctica. Interrogar la demanda recibida e interpretarla, antes de responder a ella, logrando distinguir quién demanda y qué se demanda, es el modo en que debe orientarse el analista.; sin embargo, para ello es necesario que ocupe un lugar conveniente.
En este sentido es que se piensa al analista en una posición éxtima, en tanto no se está ni adentro ni afuera, en la que no se es ni intimo ni ajeno.
El analista éxtimo no desconoce que habita un dispositivo institucional y que está atravesado por las reglas y las normas propias de esa institución y de sus discursos; sin embargo, al mismo tiempo mantiene cierta distancia, cierta ajenidad con respecto a las mismas, buscando, cada vez, un modo particular de hacer con ellas. En la práctica institucional el discurso de los derechos, los protocolos evaluativos, las ilusiones cientificistas de la época como los ideales del humanismo o los delirios de normalidad, no solo pueden forcluir al sujeto, sino también al profesional. En el afán de hacer funcionar “el para todos por igual”, pueden provocar un efecto de segregación y rechazo, suprimiendo de esta manera las diferencias a nivel del deseo y del goce, lo más singular del sujeto.
A lo largo del trabajo y a través de algunas viñetas clínicas se intentara dar cuenta de cómo podría intervenir un analistadesde su especificidad frente a estos universales, dejando en claro por otra parte que el analista en tanto tal y como ciudadano está comprometido con los derechos humanos y las democracias. Cuestión esta que no lo invalida a analizar y cuestionar, desde su lugar extimo, de borde, los fundamentos de esos universales.
La lectura analítica debe ir más allá del protocolo de normalidad, de los ideales de las buenas intenciones, así como también del sentido común. El objetivo de este escrito será diferenciar la especificidad del discurso analítico de los otros discursos que con él conviven.
Desde esta perspectiva puede enunciarse que la práctica analítica es sin estándares, pero no sin principios; principios de orden ético. El operador o principio ético fundamental que posibilita la extensión de la clínica psicoanalítica hacia nuevos dispositivos, es el deseo del analista. Su eficacia en dispositivos institucionales, siempre es por la vía del uno por uno y no se puede aplicar a la masa; de esta manera es que el discurso analítico apunta a reintroducir al sujeto rechazado y segregado.
Lo que orienta la dirección de la cura es el síntoma, en tanto invención particular de cada quien, síntoma con el que cada sujeto debe arreglárselas. El síntoma es para el discurso analítico la herramienta de trabajo y no aquello que se intenta eliminar.
Valiéndose entonces de su práctica clínica y del encuentro del analista con otros discursos distintos al suyo, se intentara dar respuesta al interrogante original, interrogante que como se dijo ha surgido de la experiencia misma en dispositivos no estrictamente analíticos.
En inglés
One question pass through this work: what is the analyst assignment in institutional devices? A question formulated in terms of the insertion and the clinical practice of psychoanalysts in various non-analytical institutions: general hospital, day hospital, therapeutic community, prision unit. But, fundamentally, this question emerges from the hurdles that, sometimes, the practitoner of psychoanalysis has to face up with.
In the institutional scenario the coexistence of different discourses causes, at times, a desorientation in the analyst practice. To interrogate the recieved request and interpret before meet the demand, being able to differentiate who request and what is requested, is how the analyst could orient himself. However, to occupy a proper place is necessary.
In that sense we conceive the analyst position as an extimacy, therefore he is not inside or outside, it is not an intimate or an odd position.
The analyst extimacy does not ignore that he inhabits in a institutional device, and that the institutional rules, regulations and discourses are crossing his practice. However, at the same time he keeps some distance, some foreign position, from that regulations and look for one particular way of doing with them.