Hacia junio de 1975, con la ruptura del “pacto social” y la sucesión de políticas económicas con impacto regresivo en la distribución del ingreso, Argentina atravesaba un panorama de significativa conflictividad social. En ese sentido, cobran relevancia los sucesos acontecidos en las fábricas de Zona Norte del Gran Buenos Aires, uno de los principales polos industriales, donde comisiones internas, desligadas de la dirección de los sindicatos, protagonizaron diversas medidas de fuerza. La ulterior persecución sobre estos obreros (estigmatización, hostigamiento y aislamiento), previo a la consumación del último Golpe Cívico-Militar, nos llevan a interrogarnos si estas prácticas forman parte de un proyecto político más amplio que requerirá del campo de concentración y exterminio de “Campo de Mayo”, como dispositivo de poder, para reorganizar las relaciones sociales en general, y en el ámbito laboral en particular.