La erosión genética de la biodiversidad es un elemento que atenta contra la seguridad alimentaria, más aún ante escenarios de cambio climático que pudieran afectar a las variedades de semillas que actualmente se cultivan y consume nuestra población, por lo que se han generado múltiples iniciativas tendientes a recuperar “semillas locales, autóctonas”, conservarlas y compartirlas bajo múltiples estrategias. En este caso específico, nos hemos apoyado en las comunidades de Estudios Abiertos en Agroecología de la Universidad Politécnica Territorial de Mérida, en Venezuela durante el período 2013-2014, para iniciar un proceso de colectas del germoplasma local, lo novedoso de esta experiencia es que estamos yendo mucho más allá del mero registro técnico, estamos rescatando también parte del conocimiento ancestral que ha acompañado el cultivo y consumo de las especies colectadas, lo que genera una visión más humanista e integradora de este tipo de prácticas derivada de enfoques distintos con base en nuevos paradigmas, cuya utilidad se potencia ante escenarios de inminente cambio climático.