En la década de los noventa, el proyecto Acapulco Diamante surgió con el objetivo de impulsar el turismo en el puerto, pero fue interrumpido tanto por la crisis económica nacional de 1994 como por el huracán Paulina en 1997, fenómeno natural que paralizó a la ciudad por su capacidad destructiva. A partir del nuevo milenio fue que se empezaron a construir diferentes desarrollos habitacionales en la zona turística de Acapulco Diamante dentro de la lógica de “segunda residencia” o residencia temporal dado que la construcción de hoteles fue inexistente prácticamente. Paralelamente, se edificaron desarrollos habitacionales también en Llano Largo, un área próxima y muy relacionada con la zona Diamante por compartir un paisaje natural y un territorio con características similares de humedales entre el cerro El Veladero, la laguna de Tres Palos y el mar del Pacífico.
De esta manera, se inició un proceso de profunda transformación territorial en poco tiempo tanto por el impulso del turismo en la zona Diamante como por la construcción de numerosos desarrollos habitacionales alrededor de dicha zona. Las tierras bajas y los humedales de la zona fueron rellenados, los ríos y arroyos desviados y los pisos de distintos fraccionamientos levantados sin considerar las consecuencias para la fisonomía, el paisaje y el equilibrio ecológico.