Con frecuencia, en los primeros ejercicios de traducción del griego y del latín al español, los alumnos son más propensos a errores sintácticos y, principalmente, de elección de significados. Arriesgan versiones que, comparadas con el sentido del texto original, ofrecen errores esperables, curiosas ocurrencias y, muchas veces, humor no buscado. Son erróneas, sin duda; pero leídas sin cotejar el original, esas traducciones parecen enigmas muy cercanos a los de un oráculo, tropos literarios u ocurrencias de quien ha perdido la razón. El objetivo del presente trabajo es analizar cómo algunos de esos errores de traducción fueron empleados como motivos de creación literaria en el cuento “La loca Justina” de La tierra contada (1989) de Juan Bautista Zalazar y el valor que tienen al momento de interpretar la historia.