La vida social en las sociedades occidentales y orientales del mundo en que vivimos se encuentra atravesada por la creencia que el sexo, definido por las diferencias corporales biológicas entre lxs sujetos, puede caracterizarse dicotómicamente: varones y mujeres, cada cual con sus particularidades totalmente prejuzgadas y con una diferencia absoluta pero complementaria entre ellos. Del mismo modo, este pensamiento se replica en las prácticas deportivas del mundo occidental, donde a cada sexo se les asignan deportes específicos según las características estereotipadas que poseen lxs individuxs. Personalmente me he sentido marginado y calificado erróneamente al ser un practicante de una disciplina considerada femenina. Los modelos de clases de educación física muchas veces adhieren a esta política machista, es por esto que en el marco del seminario que se dictó me permitiré concluir el trabajo con una propuesta pedagógica que critique este modelo e invite tanto a lxs docentes, directivxs y estudiantes a recapacitar al respecto.