Toda reflexión sobre las prácticas sociales presume, tal como lo advirtiera Durkheim, un momento de ruptura con nuestras pre-nociones. Cuando el objeto de investigación se recorta sobre experiencias de niñ@s, supone un desafío particular, ya que interpela irremediablemente los puntos de vistas construidos desde nuestras posiciones adultas. Este es el sentido de tomar la doble hermeneútica que nos propone Bustelo (2013), como punto de partida hacia la comprensión de las definiciones que la(s) infancia(s) han delineado progresivamente sobre las experiencias de l@s niñ@s, producto de una construcción histórica de relaciones –siempre– asimétricas de subordinación.