El gran desafío de quienes trabajamos en estos temas, es lograr el convencimiento de que para alcanzar transformaciones en la infancia resta mucho por hacer. Que el Derecho es sólo una herramienta y que por sí mismo resulta impotente para alcanzar la transformación social. Para que el mensaje jurídico se encarne en la realidad, debemos constituirnos en actores sociales transformadores de esa realidad en que se encuentran los niños, niñas y adolescentes de nuestro país.
Para que el Paradigma de la promoción y protección de los derechos de los niños se torne palpable en el seno social, desde las distintas disciplinas profesionales, debemos hallar espacios comunes de reflexión, en donde se puedan pensar caminos de acción. Proyectar claras intervenciones comunitarias, las que naturalmente exigirán altas dosis de creatividad.
Como intentaré explicar con estas breves líneas, en tal entendimiento la literatura infantil constituye a mi juicio una herramienta idónea para la promoción y protección de los derechos del niño, la niña y el adolescente, no solo desde una perspectiva amplia en el marco de las políticas públicas estatales, sino muy especialmente con relación a aquellos jóvenes infractores a la ley penal que se encuentran privados de la libertad en un establecimiento de seguridad.