En “Mujeres descalzas, mujeres devotas” se hace un análisis del estilo autoral de Santiago Loza abordando dos materiales de su producción: un largometraje (“Cuatro mujeres descalzas”) y una serie de televisión (“Doce casas: historias de mujeres devotas”).
Ambas producciones son comparadas a partir de la categoría de lo teatral indagando en los modos en que esta recurrencia instala un estilo y forma una diferencia marcada con la hegemonía de producción tanto cinematográfica como televisiva. El trabajo intenta poner en valor la poco conocida obra de Loza como una forma de producción que experimenta con los modos discursivos de lo cinematográfico y especialmente de lo televisivo de un modo contrahegemónico.