Sabemos que entre una familia y otra existen hábitos distintos, de una ciudad a otra podemos observar expresiones y formas culturales diferentes y, del mismo modo, en un mismo país encontramos costumbres y formas de pensar muy variadas.
En el libro Velo que bonito, su autora, Ana María Arango Melo, aborda el estudio de prácticas culturales en la infancia temprana de la población afrochocoana de Colombia, y describe los atributos que presentan sus manifestaciones y sus saberes sonoro-corporales. La población estudiada se localiza en una geografía, la colombiana, que ha recibido el pasaje temporal y permanente de múltiples etnias, ya sea que estas se correspondan con grupos aborígenes nativos, grupos aborígenes extranjeros, o españoles colonizadores. En la obra reseñada el territorio estudiado pertenece al departamento del Chocó. En esta zona, situada en la parte noroccidental de Colombia entre el Océano Pacífico y la Cordillera Occidental, tuvo lugar un intercambio cultural significativo. Los aborígenes nativos se mezclaron con los afrodescendientes, quienes fueron traídos a fines del siglo XVII por los españoles en razón de la demanda de mano de obra para la extracción de oro en territorio colombiano. En dicho territorio, donde se entremezclan culturas diversas, la resistencia de las comunidades frente a la sistematización de la iglesia católica da lugar a la construcción de una cosmovisión diferente por parte de este grupo poblacional, que se apropia de rasgos católicos y para conformar otra cosmovisión que abunda en prácticas y tradiciones que identifican a los miembros de dicha comunidad como ¨Chocoanos¨ y ¨Chocoanas¨.