Pensar la literatura con niñ@s como experiencia de los límites sería privilegiar a los/as lectores/as y sus intereses, sus modos de ver y leer por sobre la mirada adultocéntrica; es decir, se trataría de centrar la mirada en lo literario poniendo en foco las poéticas, estéticas, procedimientos ficcionales, construcción de personajes, géneros y tradiciones literarias por sobre el mensaje o los valores que quieren transmitirse a los/as lectores/as a través del texto literario –aunque se trate de revelar los estereotipos de género, el reconocimiento de la comunidad LGBTTI, el género como construcción sociocultural e histórica, o se busque instalar masculinidades alternativas y feminidades emancipadas-. Como adultos, en tanto editores/as, autores/as o mediadores/as sería interesante proponer/editar/imaginar textos que generen preguntas e interrogantes, que interpelen, desconcierten, perturben; y que habiliten a los lectores/as a leer, a proponer hipótesis de lectura, a interpretar de diversos modos, a dejarlos pensando en torno a cómo se habita la infancia en cada singularidad y subjetividad.