El libro sobre el cual trata esta ponencia se inaugura con una pregunta que claramente apela al tema de la identidad y es el interrogante que articula todos los relatos que lo conforman. Pero además, es un texto particular porque, como dice la cita de Liliana Bodoc, a partir de las preguntas que abre resignifica el pasado y el futuro de la LIJ y la relación siempre problemática con la concepción de infancia que la sustenta. Qué leer y qué dar de leer sigue siendo una pregunta que nos interpela a los adultos, docentes o no, preocupados por las políticas de transmisión a las jóvenes generaciones. Este nudo que se complejiza cuando lo que se quiere contar, para seguir tejiendo lazos y tender puentes con el hoy son hechos traumáticos de nuestra historia reciente. En el marco de seguir apostando a la memoria como un trabajo que es necesario sostener para construir futuro, vuelven interrogantes que desde el Holocausto hasta ahora son insoslayables y que se potencian cuando el destinatario es un niño/niña: ¿es posible narrar el horror?, ¿cómo hacerlo?, ¿qué voces adoptar?, ¿qué miradas?, ¿qué recortes realizar?.