A partir del estudio de ciertas producciones de los últimos años, hemos llegado a considerar que el bioarte en tanto género artístico contemporáneo que se nutre de las investigaciones y desarrollos en biotecnología, concilia las dos concepciones de experiencia: la experiencia estética y la experiencia científica.
Por una parte, la experiencia científica es entendida en la modernidad como experimento que pretende ser verificable y objetivo. Por otra parte, la experiencia estética está vinculada con un plano subjetivo, en cuanto capacidad del sujeto por experimentar ciertos sentimientos específicos como el placer estético. Esta noción de experiencia estética también es una herencia de la modernidad, sobre todo a partir de la estética kantiana que es la que pone el acento en la facultad de juzgar, es decir, en la experiencia entendida según un modo contemplativo y receptivo. Como sabemos, Kant traslada la belleza asociada hasta ese momento a la obra hacia el sujeto como fuente de juicio estético.De este modo, se ha estado vinculado la experiencia estética con un sentimiento específico de placer tanto en el aspecto receptivo como en el productivo, y se la ha contrapuesto a la experiencia entendida en un sentido epistemológico.