Uno de los aspectos más interesantes de la filosofía humeana bien puede ser el relacionado con su carácter naturalista. Sin embargo, definir claramente qué significa “naturalismo” en el contexto de la obra de Hume, es una tarea ardua. Por empezar, este término apela o hace referencia a ciertas “creencias naturales” propias de los seres humanos, básicas o indispensables para el conocimiento y la conducta, formadas instintivamente, anteriores a cualquier proceso de razonamiento, inmunes a los argumentos escépticos, y universales, independientemente de la cultura a la que se pertenezca. Tal sentido de “natural” fue introducido por Norman Kemp Smith hacia mediados del siglo XX y se ha logrado la aceptación de la mayoría de los comentadores. Sin embargo, el naturalismo humeano puede (y hasta debería) ser estudiado no sólo en relación con el empirismo al que adhirió, sino también con el naturalismo escocés representado por A. A. C. Shafstesbury y Francis Hutchenson, entre otros. Para el naturalismo escocés, la mente es entendida en sus relaciones con un mundo que la trasciende mientras que para el empirismo del siglo XVIII, debe ser entendida por las relaciones en la mente.