Este trabajo va a intentar un primer acercamiento a la concepción de la imagen que postula/trabaja el poeta rosarino Aldo Oliva en una pequeña serie de poemas (dieciocho) que escribió y agrupó en forma de libro antes de su muerte, a partir de los puntos de contacto y las tensiones, explicitadas por el propio autor, que esta concepción establece con la lógica atomista que Lucrecio expone sobre los simulacra. Es decir: Oliva, que desde sus primeros textos abreva en / confronta con la tradición clásica (al punto de que el primer poema de su primer libro es una reescritura del Libro VI de la Farsalia de Lucano), encuentra en la teoría de los simulacra o representaciones, estas sutiles emanaciones de los cuerpos que impactan en la percepción, un terreno fértil para problematizar la imagen poética. Y sin embargo, como ya veremos, no se trata de un ejercicio de aplicación o trasvasamiento pasivo, sino que Oliva se posiciona en el límite de esta teoría para pensar las difíciles y acaso imposibles relaciones que la imagen mantiene con la palabra, y con la nada.