Uno de los primeros escenarios donde aconteció el exilio republicano de 1939 fueron los campos de concentración del sur de Francia, en los cuales recalaron miles de hombres y mujeres, civiles y militares republicanos que, provenientes de una España amenazada por las represalias franquistas, se desplazaron hacia el país vecino en busca de refugio y protección, aunque allí los esperaba el aislamiento, el hambre, malas condiciones sanitarias, diversas enfermedades y la violencia. Argelès-Sur-Mer, Saint Cyprien y Barcarés son los nombres de algunas de las villas en cuyas costas se abrieron los primeros campos, que se distinguieron por una mayúscula falta de infraestructura para albergar a toda una comunidad desplazada. A esto se le sumaba el rígido disciplinamiento por parte de la guardia francesa y senegalesa, que derivó frecuentemente en el abuso de autoridad y en el ejercicio arbitrario de la fuerza sobre los internos.