Frecuentemente para caracterizar al proceso migratorio o exiliar hay una alusión al número de involucrados, pero ante los difusos límites de la experiencia que me ocupa, no ha sido éste el objetivo perseguido. Podría referirme a las barriadas que estos cientos de mujeres y hombres levantaron, y atender a la incompleta información oficial, pero aunque no minimizo el valor de la estadística, hago una opción por nombrar a los sujetos para también conocer y comprender el ámbito en que actúo profesionalmente. Es dable destacar que la Universidad de la Patagonia en Trelew (en la que me desempeño) contiene y forma a una generación de hijos de obreros asentados especialmente en la década del ´70, por lo que nuestra tarea y compromiso colectivo como docentes investigadores procura aportar herramientas teóricas, metodológicas e investigaciones empíricas que resulten incluyentes. Historia, identidad y memoria son problemáticas no sólo relevantes para la vida académica, sino también para vivir el presente y el futuro.
Espacio y tiempo son coordenadas que tienden a asociarse, complejizando la rearticulación de lo identitario, y aunque no todo sea sufrimiento o trauma resulta imposible recuperar la doble magnitud de la que se ha sido expulsada/o. El exilio es una experiencia definida por el violentamiento de derechos, que plantea y supone retos personales y colectivos.