Es sabido a través de la historia de la humanidad el significado que tiene el exilio para las personas. Es siempre una experiencia traumática, desgarradora, sobre todo porque cuando esto ocurre, como fue en el caso chileno, nos vimos forzadas/os a dar un paso que cambió radicalmente nuestra vida, nuestra existencia. Fuimos forzados a abandonar cultura, familia, raíces, mundo cultural y social. Obligadas/os, sin ni siquiera pedir o elegir un lugar muchas veces inimaginado. Forzadas/os y obligadas/os a aprender muchas veces una lengua, una nueva forma de comunicarnos que nos permitiera entender, comprender y compenetrarnos en las vivencias del entorno en el que estuvimos inmersos. Para algunas de nosotras este fue el contexto en que se produjo esta salida forzada, llevando con nosotras a nuestras hijas e hijos, que en ese tiempo eran niñas/os y adolescentes¸ así como para otras el nacimiento de ellos y ellas en los países que nos acogieron. Sus relatos hablan del impacto que les significó el golpe de estado y la consecuente salida de sus padres. Así como el retorno cuando fuimos autorizadas a volver a nuestro país de origen – Chile.
(Párrafo extraído a modo de resumen)