Hablar de dialéctica es hablar de unos de los conceptos más discutidos del marxismo y de una tradición filosófica que se remonta a los eleatas pasando por Heráclito, Platón, Aristóteles y, por supuesto, Hegel. En el campo específico del marxismo y de la filosofía política las controversias sobre su status ontológico o metodológico han generado miles de intervenciones de distinta índole y con distinto rigor. Ahora bien, como argumentamos, el abandono de la dialéctica por parte de Laclau opera en el terreno de la reacción contra el determinismo y la metafísica de la presencia, es decir, en el terreno ontológico. Para Laclau Laclau (y Mouffe) evoca a Hegel en casi todos sus trabajos. En Hegemonía y estrategia socialista lo introduce para tratar el problema de la articulación de elementos en el contexto de la teoría de la hegemonía cuando se predica como concepto ontológico (Retamozo, 2011). El problema a tratar es la pérdida de fundamento del orden social con la muerte de Dios y el intento de erigir otros mitos de configuradores de la sociedad. Si la Ilustración proponía el recurso de la razón, a partir de la crisis de la concepción del cosmos como unidad orgánica como consecuencia de las tensiones disgregantes del liberalismo y el capitalismo hacia el siglo XVIII-XIX, la generación romántica pudo reinscribir los problemas clásicos de la libertad y de la necesidad en un nuevo contexto histórico. La evidencia de la ausencia del fundamento (de allí la idea de pensamiento postfundacional) obligó a pensar los nuevos fundamentos y la legitimidad del orden del cosmos (natural y político)