Cuando nos dispusimos con Cristóbal Cobo a escribir el libro Aprendizaje Invisible (Invisible Learning) hace cinco años, buscamos tomar una vista 3D y de 360° del panorama educativo, con una perspectiva hacia el futuro. Encontramos una brecha entre el aprendizaje formal y el informal y, al parecer, los modos de aprendizaje no formales se están haciendo cada vez más evidentes. En un principio, estructuramos el aprendizaje invisible como una metateoría que reconoce que la mayor parte de nuestro aprendizaje es invisible, es decir, aprendemos a través de experiencias formales, no formales y fortuitas más que por instrucción formal. Lo hacemos solos o en grupo, a través de experiencias individuales y compartidas. Aprendemos más a través de la experimentación, exploración y mediante las consecuencias de la serendipia. Aunque no podemos medir el conocimiento que tenemos dentro de nuestras cabezas, el consenso general es que gran parte de nuestro conocimiento se desarrolla a través de medios invisibles o informales.