Mar del Plata a partir de la década de 1940 se transforma profundamente, lo que se refleja en su arquitectura. Una ciudad baja y con tipos edilicios mayoritariamente de poca densidad, deja lugar a edificios en altura que en algunos casos constituyen sus nuevos símbolos. Esto obedece no solo a las transformaciones sociales que ocurrieron en el balneario, sino también a cambios en los paradigmas del hábitat y en las normativas. Un impulso insoslayable en este sentido lo dio la Ley de Propiedad Horizontal de 1948, que permitió que más de un propietario pueda ser dueño de una propiedad. Pero Mar del Plata tiene la doble cualidad de incorporar viviendas destinadas a uso turístico y a uso permanente, que a diferencia de lo que se considera corrientemente, constituye su mayor volumen de viviendas. Esto se debe a que el crecimiento sostenido en el número de habitantes permanentes de la ciudad generó una demanda continua en viviendas para habitantes estables.