El problema central de la Tercera República Francesa es reconstruir un Estado que se ha visto implosionado en varias ocasiones en un plazo no mayor a 70 años y con sucesivos intentos fallidos de reformulación de la cosa pública debido a contradicciones inherentes al armado político conceptual de los mismos. Con propuestas disímiles pero con intenciones transformadoras el socialismo durante el siglo XIX y la sociología formal desde las postrimerías del mismo buscan darle un giro resolutivo a la situación.
Y va a ser esa disciplina, con Durkheim a la cabeza, que irrumpen con un concepto que hará mella en otras disciplinas sociales ya que, como lo afirma Jacques Donzelot, era el término preciso para poder sacar de escena al concepto de igualdad. La potencia de éste se había vuelto una problemática tal que convertía a cualquier tipo de gobierno, republicano o monárquico, en blanco fácil de la plebe igualitarista furibunda y en un sinónimo de inestabilidad política. Y aquél, por el otro lado, se presenta como el remedio para la dispersión individualista producto de la Gran Revolución.
(Párrafo extraído a modo de resumen)