Intentaré en este escrito proponer una lectura del sticker que permita enmarcarlo en el amplio campo de las prácticas artísticas contemporáneas. Me resulta difícil definirlos como obras de arte porque en sus prácticas y en su producción no se incluyen las categorías con las que se definía la obra de arte tradicional o, lo que en palabras de Benjamin se definía como arte aurático (autor, unicidad de la obra, originalidad, espacio de exhibición, modos de producción, etc). Es así que para proponer este tipo de lectura fue necesario buscar una nueva definición de lo que tradicionalmente se llama experiencia estética, pues creo que la tradicional –moderna- no es suficiente para abarcar manifestaciones actuales como el sticker. Dado que en el devenir de las prácticas artísticas actuales el espectador ya no puede ser caracterizado como aquel sujeto que sólo apela a la contemplación pasiva y desinteresada, necesité un marco teórico que tome al espectador como un sujeto activo y creador de los posibles sentidos de la obra.