Las políticas de descentralización y ajustes económicos desarrolladas en la década del ´90, aplicadas –también– al sistema educativo, trajeron aparejada una crisis en las instituciones educativas, y una deslegitimación del mandato que se esperaba que cumpla la escuela, mandato entendido, en palabras de Belén Fernández, como el de “educar al soberano, alfabetizar y normalizar la cultura” (2002: 16). La autora explicita que “las redes simbólicas colectivamente sancionadas acerca de qué es la escuela y cuál es su sentido, no dan cuenta de cuánto allí acontece. Las instituciones educativas tienen hoy sentidos que no contienen lo expresado en su acta fundacional y su legitimación formal” (Fernández, 2002: 16). Éstas, sin embargo, continúan siendo:
el espacio de encuentro de las trayectorias socioculturales de las mayorías, y por lo tanto es en ella donde se produce la más ancha y permanente transformación de la cotidianeidad social y cultural […] y de ahí también que esa escuela pueda y deba ser el lugar más abierto del desarrollo de la inteligencia colectiva y las biografías educativas (Martín-Barbero, 2001: 14).
Sin dudas, más allá de las falencias que estas instituciones presentan y de las consecuencias de la década descripta –como bien expresa Martín-Barbero–, la escuela sigue siendo un espacio de sociabilización y encuentro fundamental para el desarrollo de un niño/a, joven, adulto. Por esto era necesario pensar una transformación en las instituciones educativas, comenzar a pensar y definir nuevas modos de gestionar, intervenir, rever los procesos de enseñanza–aprendizaje, los profesionales partícipes de dichos espacios, el rol de los/as estudiantes… Incluso, diversos actores y sectores, tanto sociales como políticos, demandaban estos cambios. El camino, atravesado por debates, foros, diálogos, empezó a fortalecerse a partir del primer cambio que se estableció, a nivel nacional: la promulgación, en 2006, de la Ley Nacional de Educación N° 26.206. Posteriormente, se promulgó en 2007 la Ley Provincial de Educación N°13.688 y, en 20112, se modificó el Reglamento General de las Instituciones Educativas de la provincia de Buenos Aires. Además, en los años siguientes, se fueron reescribiendo los Diseños Curriculares del Nivel Secundario.