El dibujante en el libro ilustrado tiene el mismo poder que el director en el teatro. Elige el escenario, los personajes, la mirada que va a tener sobre ese "cuento” que se cuenta. Por eso el ilustrador es también un autor, y sus elecciones crean sentido narrativo. Esto que es tan usual en teatro y cine, todavía es difícil de asumir para algunos ilustradores y editores: el valor de la imagen en los libros, y su poder narrativo. De hecho, hace diez años en Argentina, el ilustrador no cobraba derechos de autor.