En esta doble tarea de dibujar y hacer dibujar al otro, hay algo seguro y es que difícilmente un día me despierte y me sienta aburrida. Es una rueda genial en la que a la vez una actividad es el recreo de la otra y la otra es el recreo de una, todo el tiempo. Justo cuando la soledad de mi escritorio, el trabajo personal, introspectivo e individual de mi ser ilustradora me aburre, llegan los niños a manchar todo y enseñarme un par de cosas que me estaba olvidando. Justo cuando la energía infantil llega a absorber la mía, me recluto a crear para reencontrarme conmigo misma. Energía renovable: salimos todos ganando.