Entre las estrategias de que se sirve el narrador de historias, las primeras líneas con que se abre el espacio imaginario del relato tienen una importancia extraordinaria. Para muchos narradores -contadores de cuentos y escritores-, la primera frase es esencial. Porque la primera frase impone unos derroteros, revela un estilo, genera expectativas. Se trata de introducir el receptor -el receptor oral o el lector- en la historia mediante un pacto con la irrealidad. La irrealidad verídica que la literatura propone. Esta irrealidad o esta mentira no es inocente, porque la literatura nunca es inocente.