Las voces de Dos veces junio (2002) aparecen fragmentadas ya que se intercalan historias: por un lado, la infinidad de detalles de los jugadores que participan en el Mundial de 1978 y por otro, la violencia del terrorismo de Estado. Martín Kohan, en esta novela, hace un viaje al pasado reciente; toma una postura similar a los autores de esa época: narra desde el Otro, desde el victimario, cercano a los organismos represivos. De esta forma puede mostrar con mayor crudeza la monstruosidad del período. La memoria es ahora “producción social” en la que participan todos los grupos.