Para comenzar el relato de la presente experiencia pedagógica, es necesario brindar un contexto teórico, que permitirá orientar el desarrollo del siguiente texto.
No podríamos hablar de Práctica Docente, sin antes hacer referencia al término Práctica, por esta razón citamos a Bourdieu (2007: 86), y más precisamente al concepto de habitus. Según el autor, los habitus son producidos por “condicionamientos asociados a una clase particular de condiciones de existencia”, son “sistemas de disposiciones duraderas y transferibles, estructuras estructuradas predispuestas a funcionar como estructuras estructurantes”, o sea generadoras de ciertas prácticas y representaciones, que no obedecen a reglas determinadas, colectivamente organizadas y adaptadas a una meta. El habitus es la presencia actuante del pasado del cual a su vez es producto; permite a los agentes habitar las instituciones, apropiárselas y mantenerlas en actividad, generando prácticas adecuadas a su lógica y exigencias.
Adhiriendo a esta línea, podríamos decir que las prácticas docentes en la Universidad Pública, están inmersas en ciertas costumbres y hábitos, propios de la institución, que de algún modo enmarcan distintas formas de percibir la realidad circundante. Es, en esta realidad, en la que los docentes estamos comprometidos a actuar y a intervenir para acompañar, favorecer y propiciar los aprendizajes de los alumnos.
Situados en esta lógica compleja, estamos obligados a pensar día a día en superar, sortear y romper estructuras, que posibiliten la adaptación a los vertiginosos e intempestivos cambios que den respuesta a las demandas de la sociedad actual.