El problema de la transición dentro del sistema universitario ha atraído mucho la atención de los investigadores en el área de la educación superior (McInnis, 2001; Tchibozo, G., 2007; Sallan et al, 2009; Postiglione, 2015). Taylor et al (2007), entre otros autores, están de acuerdo en que una transición en general involucra tres etapas: separación, transición en sí y reincorporación. En la etapa de separación el individuo se desprende de los valores y comportamientos existentes, así como del contexto familiar. La etapa siguiente tiene que ver con la transición caracterizada por la incertidumbre y la ambigüedad de la nueva experiencia. A pesar del hecho de que generalmente esta etapa presenta varios desafíos, también provee una oportunidad de nuevo aprendizaje y experiencia. La tercera etapa –reincorporación– involucra la comprensión y aceptación de su nuevo estado e identidad y, además, el reconocimiento de este nuevo estado por otros (compañeros, colegas, clientes, etc.). Existe un acuerdo en que la transición es un proceso que presenta varios desafíos y para manejarlos con éxito uno necesita poseer cierto nivel de conocimiento.