La lectura es una forma de la escucha, no de la vista. En tal sentido, parece justo aproximarla, en cuanto interpretación, a la escucha musical y sus problemas –no porque importe la ‘musicalidad’ del texto sino porque lo que define al texto es la sintaxis. Escuchar el texto es leer su música, aunque sólo sea como imposibilidad, es decir, como resto o desobra.