El Torito de los Muchachos (1830), de Luis Pérez, posee una matriz discursiva que atraviesa la relación del periódico con enemigos y amigos: la confesión. Vinculada a un gobierno por la verdad, esta se presenta como un modo de exponer subjetividades “haciendo hablar” (ficcionalmente). El periódico lee y contesta las voces que construye produciendo un efecto de circularidad: una arena pública ficcional se despliega en su interior. Información e inventiva quedan entrelazadas para brindarle al "lector ampliado” (Acree 2011) un modo de comprender la realidad interviniendo, de ese modo, en los espacios públicos mediante una palabra que se asume plebeya.