Los talleres, como metodología pedagógica, están fuertemente vinculados a experiencias de interacción y aprendizaje participativas y comunitarias, pero según cómo se organicen y definan las actividades que los constituyen, pueden ser ámbitos que refuercen pedagogías formalistas y burocráticas. El presente texto propone volver a mirar cómo se regulan las relaciones en estos espacios para evitar que estas experiencias refuercen modelos que dicen criticar y, a partir de ello, promover que los talleres se constituyan como espacios de encuentros e intercambio de saberes liberadores.