Todo lo que la arquitectura genera tiene un enorme efecto sobre la calidad de vida del hombre, tanto los espacios específicos para habitar como los aspectos bioclimáticos en los que han sido concebidos. Tal es así, que esta concepción se ha convertido por imposición de la realidad, en el paradigma más importante de la producción arquitectónica de lo que va del siglo. Asimismo afirmamos que no existe sustentabilidad sin inclusión social y que esta será la expresión de una arquitectura y de una ciudad posible, incluyente en todos los aspectos de la vida (económicos, sociales, culturales, políticos y espaciales); sustentable y responsable; una ciudad que sea espacio de diversidad, de solidaridad y de convivencia. Concebida como un “derecho”, pensada, proyectada y construida desde una nueva ética arquitectónica, más democrática, participativa, viva y creativa.