En la sociedad postmoderna, la educación debe fomentar el pensamiento crítico y la creatividad, por ser lo único que distingue al ser humano de las máquinas. Se vuelve, entonces, indispensable reformular los sistemas de enseñanza-aprendizaje, para adecuarlos a un contexto que exige, básicamente, que se “aprenda a aprender”.
Para lograr este cometido, los especialistas coinciden en que se deben dominar 4 procesos: abstracción, pensamiento sistémico, capacidad de experimentar, capacidad de trabajar en equipo.
Muchos autores destacan la participación del alumno como un principio básico del aprendizaje efectivo.
Según Wether y Davis (1995) “el aprendizaje suele ser más rápido y de efectos más duraderos cuando quien aprende puede participar en forma activa. La participación alienta al aprendiz y posiblemente permite que participen más de sus sentidos, lo cual refuerza el proceso. Como resultado de la participación aprendemos de manera más rápida y podemos recordar lo aprendido durante más tiempo.”